Desde la cárcel: Conclusión

Aquí hay tiempo de sobra para reflexionar y tengo que pedir perdón.
Yo era una ciudadana ejemplar, omitía mis opiniones para no herir sensibilidades, asentía con la cabeza a cada palabra... Y no es que fuera cobarde, tan sólo era sincera de otro modo. Porque la sinceridad es de muchos colores. En mi caso es de un color neutro. En otros es color rojo chillón de mala leche, verde de insolencia, o amarillo de poco tacto. Yo soy sincera en mi actitud, porque así demuestro la verdad sobre mí a los demás, antes me corto una mano que faltarle a alguien, y si se arma la se San Quintín, que no sea por mi, por favor.

Pero ocurrió algo terrible: sucumbí a la tentación y un día dije lo que pensaba, ¡craso error!, mis vecinos no podían creerlo: "una niña tan buena...¿contestando? ¡Dios mío!" .

La niña de paletones grandes, callada y tonta pudo articular palabra en un momento así. En un juicio acelerado hay que mantener la boca cerrada. Cómo dijo "Intuiciónteles": Aunque no sepas, ni entiendas el motivo de un juicio, has de ser una tumba, chiquilla (sin esto último, claro, porque en aquella época no se decían esas palabras).

He decepcionado a todo el mundo por pensar, y por ello pido perdón...

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